Vacaciones en Alemania (V) – Berlín

Paseo en bicicleta por Berlín-Oeste

Como decíamos nos dirigimos en nuestras sofisticadas monturas hacia Tiergarten, el inmenso parque que comienza tras la puerta de Brandeburgo.

Yendo en paralelo a la calle del 17 de Junio nos encontramos este Monumento a los Soldados Soviéticos, que ellos mismos se erigieron en 1945 en memoria de los soldados caídos en la toma de Berlín:

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Obsérvese la confianza con la Sara pedalea velozmente por Tiergarten.

Sara pedaleando en Tiergarten

Dejamos de lado la Columna de la Victoria (Siegessäule) y tomamos rumbo al Sur, topándonos con la Embajada de España.

Embajada de España

Justo al lado vimos una serie de restaurantes-playa a orillas de un lago, desde luego que tenía pinta de ser muy agradable.

Lago con "playa" en Tiergarten

Y estos animales los vimos justo detrás de la Embajada, no sé si eran parte de ella o del Zoo, la verdad, ya que éste estaba al otro lado del canal que cruzaríamos a continuación.

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También en el parque se encuentra el Zoo de Berlín.

Berlin Zoo

Nosotros seguimos pedaleando hasta llegar a la Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Iglesia Memorial del Emperador Guillermo, iglesia que fue destrozada por los bombardeos de los aliados en la II Guerra Mundial, y de la que solamente quedó en pie parte de la torre del campanario. Torre que ha sido conservada tal cual, sin restaurar, como recuerdo de los horrores de la guerra, y en la cual está la Freiheitsglocke (Campana de la libertad); a su lado construyeron una moderna parroquia.

Kaiser-Wilhelm-Gedächtnis-Kirche

Kaiser-Wilhelm-Gedächtnis-Kirche

Kaiser-Wilhelm-Gedächtnis-Kirche

Paseando por ahí cerca nos encontramos con un coche fantástico que no había visto nunca, investigando después supe que era una edición especial, un Mercedes-Benz SLR Stirling Moss, un capricho para hartarte de comer mosquitos a un precio de 750.000 euros…

Mercedes-Benz SLR Stirling Moss

Volvimos a por las bicicletas y tomamos el camino de vuelta hacia el Este, recorriendo Schöneberger Ufer hasta cruzar hacia la Neue Nationalgalerie donde  Sara se reunió con un amigo 🙂

Sara y un amigo

Después pasamos por delante de la Berliner Philharmonie y nos plantamos en el Sony Center en Postdamer Platz.

Sony Center

Llegados a este punto decidimos sentarnos en una de las cafeterías para tomar sendos capuccini y así atender una serie de necesidades fisiológicas como eran recobrar el calor corporal y vaciar nuestras sufridas vejigas. Por cierto, ¡una prueba de que yo también estaba!

Sony Center

Allí, después de un rato de contemplar cómo cambiaba la iluminación, y sospechar que ése era todo el espectáculo lumínico del que nos habían hablado… pues nos fuimos.

Sony Center

Nos pasamos por la cercana Erna-Berger Strasse, donde se encuentra una Torre de Vigilancia de la RDA que estaban al lado del Muro y de las que quedan pocas, ésta está ahí, sin más.

Torre de Vigilancia de la RDA

A continuación tomamos la Leipziger Strasse en dirección al hotel para abrigarnos y salir a cenar. Transcribo ahora del cuaderno de notas las anotaciones al respecto de Sara:

Bueno, bueno… Ya vestidos de largo, preparados para la ocasión: ¡última noche en Berlín! Teníamos un buen plan, con nuestras súper-bicis, acercarnos a la calle llena de bares que nos había recomendado el día anterior nuestra guía, Oranienstrasse. Pintaba bien la cosa, terracitas en las calles, un bar cerca de Moritz Platz donde por muy poco te podías poner hasta arriba de comer y de cerveza. La calle está en el barrio turco, pero nos dijo Arantza que estaba muy animado y todo muy bien.

Pues nada, cuando enfilamos la oscura calle pensamos que todo se concentraría entorno a la playa, pero cuál no sería nuestra sorpresa al llegar allí y encontrarnos con un bar, un restaurante y un chiringuito de comida rápida… ¿Sería otra calle? ¿Se equivocó al marcarlo en el mapa? Algún malentendido tuvo que haber porque aquello estaba más muerto que muerto… Dadas las horas (~10.30h) no podíamos irnos muy lejos ni a cualquier restaurante, ya que aunque estos alemanes son geniales, lo de salir a cenar un miércoles a las 23h todavía no les va… ¡una lástima! Y seguro que los hay, existen 24h, pero decidimos ir a lo conocido, Alexander Platz, donde ya habíamos visto cenar a montones de guiris a horas poco germanas.

A pesar de no ser el plan ideal de despedida, estuvimos la mar de «agustito», al calor de una vela y cerca del hotel. (¡Que la noche no estaba para muchos paseos!)

Lo dicho, aunque no era el plan inicial, cenamos de maravilla en un mega-restaurante de cocina italiana. Despedimos así Berlín, aunque aún nos quedaría un paseo mañanero, objeto de la próxima entrada. Hasta entonces.