Paseo en bicicleta por Berlín-Este
Aprovechando que en el hotel mismo (por cierto, vuelvo a recomendarlo, económico y cercano al centro, Best Western Spittelmarkt) podíamos alquilar bicicletas, así lo hicimos, con idea de ir a puntos más alejados del centro. Sara era la primera vez que usaba la bicicleta como medio de transporte en una ciudad, pero quedó contenta, le gustó a pesar del temor inicial. La primera sorpresa vino al descubrir que faltaba la maneta del freno trasero… dedujimos el contra-pedal… ¡madre, qué peligro cuando tienes costumbre de contra-pedalear cuando te vas dejando llevar! Algún guarrazo estuve cerca de darme.
El tema es que salimos dirigiéndonos a cruzar el Spree por el Oberbaumbrücke, puente por el que además discurre el U-Bahn, y en la época del muro hubo un paso fronterizo.
Desde este puente se ve una curiosa escultura que representa dos hombres altos, se llama Molecule Man:
Ya al otro lado del río nos dispusimos a visitar la impresionante East-Side Gallery, un quilómetro y medio del muro con sus restaurados graffitis (en 2009, por el XX aniversario de la caída). Graffitis realizados por artistas reconocidos en su mayoría.
De ahí, seguimos con las bicis por Karl Marx Allee, donde se aprecia la típica y grandiosa construcción soviética.
Después, subimos por Schönhauser recorriendo el agradable Prentzlauer-Berg, un barrio muy bonito.
Estuvimos buscando un Currywürst que recomendaba la Lonely Planet y al no encontrarlo decidimos bajar por la «Castellana» (Kastanienalle), donde en el 16/17 realizamos una parada en el Godot , donde nos sentamos a tomar una cervecita y hacer una foto-promoción de la guía :). En la foto, Sara, relatando lo que habíamos hecho el día anterior.
Consultando la guía descubrimos que «Castellana» abajo y en el camino previsto estaba donde dicen que hacen los mejores kebabs de Berlín, Schlemmerbuffet, en Rosenthaler Platz, allí Sara se tomó un magnífico kebap mientras yo me tomaba un picantísimo durum de salchichillas.
Después de comer, nos dirigimos a la Neue Synagoge, donde tras atravesar unos impresionantes controles de seguridad, resultó que el tíquet daba derecho a muy poco para lo que costaba, al parecer se podía visitar apenas nada, así que de allí nos fuimos.
De modo que cambiamos los dorados de la Sinagoga por los graffitis del centro de arte Tacheles, célebre casa squatter donde tienen su estudio numerosos artistas, y que, la verdad sea dicha, huele una «mijita» mal. Desde luego que no deja para nada indiferente.
En el patio que se ve en la foto anterior hay varios bares-terraza muy agradables. En uno de ellos nos sentamos a tomar un mojito, oye, y la mar de agustito que estuvimos.
Desde Tachelles, y siempre en bici, nos dirigimos hacia el norte a ver otro trozo de muro donde se aprecian las varias líneas (distintas generaciones de muro), hasta tres. En este sector se halla el Memorial del Muro en Bernauer Straße. La verdad es que a mí me impresionó bastante todo lo que rodeaba al muro, su historia, su caída; aunque bueno, sospecho que ya os habíais dado cuenta. 🙂
En este punto empezó a chispear un poco y bajó la temperatura, y nosotros nos encaminamos a cruzar hacia el lado occidental de la ciudad, y eso lo contaremos en la próxima entrada. ¡Hasta entonces!